Medicamentos, yuyos y acupuntura
¿Desde cuando tomo tantos remedios? La verdad es que no recuerdo la fecha. Lo cierto es que fui acumulando pastillas conforme iba visitando especialistas durante los últimos años. Mi cajón del baño es casi igual a una Farmacia luego de una trifulca entre veinte personas. Al abrirlo, hay desordenados miles de blisters, muchos de los cuales ni sé qué curan, si es que curan algo.
Algunos, por antigüedad están tan desteñidos que ni se ve el nombre, y es menos peligroso jugar a la ruleta rusa que ingerirlos.
Por tener tantas nanas, hoy tomo a diario: 3 remedios para el corazón, uno para el azúcar, dos de colesterol, uno para la presión, y algunos que sigo sin saber el fundamento curativo. Hay 5 o 6 que llegaron al placard una vez para no retirarse jamás, luego que varios doctores y decenas de conocidos, esos que no son médicos pero se las saben todas, me recomendaron que no hacían mal. Ácido fólico, vitamina Ce, vitamina A, todo tipo de antioxidantes, y una pastilla de pescado que si no la tragás rápido, tenés la sensación de haber chuponeado con Sami la foca loca. Según dicen tiene Omega3, no sé si mejora alguna función del organismo o en realidad lustra los zapatos de maravilla.
Al próximo especialista que vaya, cuando me diga que tome tal cosa que no hace mal, le voy a pedir si no me daría mejor algo que sí me hiciera bien.
En el caso del Xenical, que tanta fama se le dio para bajar de peso y ha ayudado a tanta gente, llegó el día que cansado de ver la balanza siempre clavada en el mismo sitio, opté por ir a Jefatura y hacer la denuncia por estafa contra el laboratorio.
Estoy convencido que mis células adiposas, apenas ven llegar esta pastilla al estómago ya empiezan a matarse de risa.
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Después de cierta edad debemos además realizar exámenes de todo tipo. Sabemos que en el caso de las mujeres hay muchos más, pero los hombres también nos hacemos Lípidos, orina, glicemia, curva de acá, curva de allá, curva de esto, curva de lo otro, antígeno prostático o PSA, HIV, BTU, VTV, NTSC, BBVA, LQQD, BHU, QEPD, RSVP ¿qué sé yo?
Y es continuo, porque apenas terminas de hacerte el último del año, ya hay que arrancar de nuevo con el primero.
Hace poco fui al Casmu a hacerme análisis de sangre, y aguantar por lo menos una hora hasta que me atiendieron. No sé si tengo aspecto de cura pronto a recibir confesión o un imán especial para los charlatanes, esos que necesitan contar cualquier cosa, basado en el principio que a los demás les interesa su vida. Allí apareció a la misma hora un señor mayor que va a la sociedad a quedarse la mayor cantidad de tiempo posible y necesita conversar con alguien. Para él no es otra jornada más, pues esta haciendo una actividad que lo saca de su rutina diaria, tal vez para escapar de la mujer. Y a pesar de que logré esquivar a varios de estos señores tantas veces, ese día no tuve escape. Se sentó y de inmediato se puso a observar todo alrededor buscando la presa, hasta que de pronto su periscopio se detuvo en mi cara:
_ ¿Por qué se está sacando sangre maestro?
(No sé de dónde sacó que yo era egresado de Magisterio). Ahí mismo, sin importar la respuesta ya me vapuleó con todos y cada uno de los problemas de salud que ha tenido desde su infancia. Contó miles de cosas, no se guardó nada, y. por el timbre de voz ni le importaba que los demás oyeran. Lejos de buscar un diálogo reservado, dejando la vergüenza de lado, pensó tal vez que yo pudiera haber padecido algo similar y se lo dijera, mientras esperaba con entusiasmo que cualquiera alrededor se sumara a la conversación.
Imaginé que el pobre estaría muy solo y por un momento sentí piedad, así que en forma espontánea pero con timidez y en voz baja le conté que tenía problemas de estreñimiento. ¡Para qué! Casi a los gritos se largó a darme una cátedra con múltiples soluciones a base de yuyos. El resto de los presentes, tan indiferentes que parecían hasta ese instante, levantaron la cabeza y me clavaron los ojos como diciendo “pobre tipo, ¿cuánto hará que no puede hacer caca?”
El tipo iba largando nombres de yuyos y sus propiedades curativas, en dos minutos ya me había paseado por todos los productos de “La Selva”. Hablaba de yerba carnicera, malva, tilo, llantén, congorosa, marcela, carqueja, boldo, anís estrellado y un montón de nombres raros que yo nunca había escuchado. Nada lo detenía. En un momento dado cuando ya me sentía medio boleado, o mejor dicho del todo, sin escapatoria y estando contra las cuerdas, justo me salvó la campana (enfermera) que salió a decir mi nombre.
Mientras remangaba mi camisa, tras la arenga de este “•Gavazzo yuyeril”, comencé a reflexionar en lo privilegiado que soy por vivir en un país con la variedad de remedios alternativos para la salud, a cuestionarme para qué que abonar una cuota mutual tan alta, pudiendo comprar yuyos por $ 10 en la feria, así mantenerme sano y vigoroso hasta los 100 años.
Lástima que muchos futuros médicos no han tenido la suerte de recibir los conocimientos de este “iluminado”
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ACUPUNTURA
Otro currito lindo es la acupuntura. Reconozco que los chinos usaban esta medicina desde tiempos inmemoriales, cuando el resto del mundo aún ni sabía de su existencia. Pero desde que la comenzaron a exportar, miles de sanadores occidentales captaron al vuelo el
filón, y se metieron a pinchar gente por cualquier motivo. Reuma, tendinitis, dolores musculares, asma, fobia a los aviones, todo sirve. Si le preguntás a un acupuntor por fractura de tibia, diabetes o insuficiencia renal, seguro no tiene idea donde, pero te pincha de todas formas. Me gustaría saber dónde van las agujas en un ataque de hemorroides o flacidez de pene.
Siempre tienen al costado de la camilla un dibujo del cuerpo humano con miles de puntos marcados. Yo pregunto: Al estar en idioma chino con esos signos tan raros, ¿quién puede corroborar si de verdad esta escrita esa parte del cuerpo y cómo poner las agujas?
Para mi, en realidad en algunas partes del dibujo dice:
" Si al paciente le duele acá, no tiene arreglo con nada. No pierda el tiempo, mejor déle una aspirina y dígale que es una medicina ancestral traída de Shangai"
El Doctor Wang
Hace pocos años comencé a sentir un fuerte dolor conocido como” codo de tenista”. Varios amigos, que también se la saben todas me recomendaron al Dr.Wang, prestigioso quiropráctico y acupuntor oriental. Luego de haber fracasado terapias de medicina tradicional con grandes profesionales de renombre, sentía que era el último recurso para volver a los deportes.
Fui a atenderme en seis ocasiones, donde me clavó varias veces,.....las agujas por supuesto. Pero en cada sesión cuando las veía venir con ese respetable tamaño, me ponía a temblar más que los tiranos en el himno nacional.
También me hacía digito puntura y masajes, lo que requería paciencia y mucho tiempo acostado en espera. De esta forma logramos hacer una pequeña amistad. Intentábamos charlar, aunque los temas eran muy limitados porque había cierto escollo que no pudimos superar jamás. :
A pesar de haber llegado a Uruguay hacía más de 10 años, el hombre no dominaba ningún idioma con la mínima fluidez para entenderle aunque fuera una frase completa. Me hubiese conformado con media frase. Probé en inglés, francés y el poco italiano que conozco. Nada de nada. El español lo hablaba en forma más que elemental, sin considerar artículos, pronombres o preposiciones, y cada verbo era conjugado en infinitivo para no complicarse. Lo peor de todo es que él nunca se mimetizó de mi forma de hablar, sino que yo me mimeticé de la suya. Si él decía por ejemplo:
_ Jorge, yo llamar a su casa para próxima vez,
Yo le contestaba:
-No preocupar, yo llamar a usted el viernes y venir sábado.
Reconozco que nuestro idioma no es fácil de aprender, menos aún para quien llega a cierta edad y sólo habla chino. Pero notaba que al dirigirme a su esposa, ella se defendía bastante bien. Significaba entonces que el marido se había pasado de haragán.
Tras un gran esfuerzo en ayudarlo a expresarse, luego de varias sesiones, me llamó la atención que el doctor tenía dificultades para entenderse también con su señora, porque ella le hizo varias preguntas en chino que él ni comprendió. Así, al finalizar la terapia, lo alenté a dedicar algo de su tiempo a tomar urgente clases de idiomas, pues del chino se estaba olvidando día a día, y el español lo hablaba cada vez peor. Mi preocupación por lo tanto era que en cualquier momento pudiera quedarse mudo.
martes, 12 de junio de 2007
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